¿Segunda Revolución Industrial? Nuevo paradigma…
- Fabiola G Gamo
- 21 jul 2016
- 4 Min. de lectura

“La Revolución Industrial trajo muchos cambios positivos, pero las fallas en sus diseño resultaron en consecuencias negativas en el medio ambiente, y cambios sociales que nos han afectado al día de hoy”.
-Fabiola Gutiérrez Gamo
Dentro de la revolución industrial se implementaron ciertos lineamientos de diseño, que hoy en retrospectiva parecería que se trataba de incluir toneladas de materiales al aire, agua y tierra, generar gigantescas cantidades de basura, o incluso producir materiales tan peligrosos que requirieran supervisión constante por varias generaciones.
Muy probablemente las mentes impulsoras de dicha revolución nunca imaginaron las consecuencias de sus diseños, simplemente trataban de solucionar problemas generando diseños y modelos de vida para un “futuro mejor” y tomar ventajas de lo que ellos consideraban oportunidades, propiciados por una rápida sucesión de nuevas tecnologías.
Durante estos tiempos, la calidad del ambiente no era una preocupación común, los recursos parecían infinitos, y la naturaleza era “eso” que siempre nos abastecería, se regeneraría, absorbería nuestros desechos y seguiría creciendo. Todo esto hizo que el modelo industrial generado desde esa época hasta el día de hoy esté basado en un aparente abastecimiento inagotable de capital natural (metales, agua, carbón, entre otras...) haciendo crecer nuestras industrias a costa de recursos que terminan en desechos con la vida del producto cada vez más corta.
Hoy en día, a pesar de que la sociedad se mueve hacia la conciencia de los recursos naturales finitos, muchas industrias modernas siguen operando bajo la vieja mentalidad donde ni la salud de los sistemas naturales ni la conciencia ni su complejidad son parte del diseño dentro de la industria. Es por esto que la infraestructura industrial que tenemos hoy en día es lineal, ya que está enfocada solamente a hacer productos y llevarlos a los clientes lo más rápido y barato posible sin considerar su ciclo final. Un proceso industrial es lineal, es la repetición de un proceso (la máquina lo realiza), en cambio un proceso artesanal no es lineal, “se construye moviéndose de manera irregular, y a veces dando rodeos” (Richard Sennett; El artesano), en éste tipo de procesos existe habilidad y consciencia de lo que se está realizando.
Por otra parte en el diseño de los procesos industriales, éstos productos son banales, temporales, muchas veces desechables, se diseñan con la conciencia de que ese producto se utilizará a lo mejor un año o máximo dos, no como antes que se conservaba prácticamente de por vida.
Pero, ¿qué sucedería si las fábricas se preocuparan porque sus desechos fueran los menos posibles, si la gente fuera consciente de los desperdicios que genera cada objeto cuando los compramos y cuando los desechamos, y si, los nuevos diseños de edificios imitaran a los árboles y proveyeran sombra, comida, energía y agua relativamente limpia, entre muchas otras cosas..?
Estamos viviendo la segunda revolución industrial, en la cual la visión es llegar a un modelo en que nuestros productos puedan ser descompuestos para producir comida para plantas, animales y nutrientes del suelo; o que pertenezcan a ciclos industriales que abastezcan materia prima de primera calidad para nuevos productos, así como también materiales que no dañen tanto al ser humano como a su medio.
Si tomáramos a la naturaleza como modelo, podríamos hacer que la suma de nuestros actos individuales trabajaran hacia una inmensa conexión lugar-ecosistema, de esta manera nuestras actividades podrían integrarse, en vez de ser entidades autónomas totalmente desconectadas de aquello que nos rodea.
De acuerdo a diversos estudios y artículos (siendo uno de ellos el artículo “7000 millones” por Robert Kunzig, de la revista National Geographic 2011), las presiones generadas por el hombre en el sistema planetario y en los ecosistemas que soportan la vida, éste ha alcanzado un punto tal, que existe una gran posibilidad de que sucedan cambios en el medio ambiente a escala no sólo regional, sino global.
De igual manera, se debería de considerar a la tecnología como una herramienta, no como un modelo aislado y alabado dejando de lado las cosas que han existido toda la vida. Se deben de aprovechar todas las herramientas disponibles (tecnología, industria) sin dejar a un lado la actividad fundamental del artesano, sin héroes ni víctimas como nos plantea Richard Sennett en su libro El Artesano: “Algunos creyeron que la manera más radical de oponerse a la máquina era dar la espalda a la modernidad. Este gesto romántico tuvo la virtud del heroísmo, pero condenó al artesano, que no pudo evitar convertirse en víctima de la máquina.”
En consecuencia, sería deseable que la humanidad desarrollara nuevos modelos industriales y de diseño, con elementos que permitan a la humanidad operar dentro de los límites de un modelo relativamente seguro, tanto para la naturaleza y los ecosistemas, como para nosotros. Y de esta forma surgirían diseños interesantes y nuevos, donde la forma siguiera a la función pero que esta función naciera dentro de ésta nueva visión sustentable.
En resumen, opino que deberíamos cambiar el paradigma donde las iniciativas “verdes” no se basen en la idea de que los humanos somos inevitablemente destructivos, sino de un “capitalismo verde” donde la idea va más allá de entender a la naturaleza como una herramienta usada a nuestro beneficio, sino de visualizar que los humanos somos parte integral del capital natural y, por lo tanto, todo aquello que le suceda nos afecta.
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